En un mundo en el que la contaminación y el cambio climático están tan presentes, además de una inesperada pandemia de coronavirus que impide la movilidad tal y como la conocíamos, es muy importante poder adaptarse a los cambios y empezar a pensar en soluciones. Y una de esas soluciones son las bicis eléctricas.

Estas son básicamente bicicletas normales, con sus pedales, manillares y asientos, pero que sin embargo se encuentran equipadas con un motor eléctrico, una batería y un controlador. De esta manera, son menos contaminantes y, por tanto, mucho más respetuosas con el medio ambiente. Estos vehículos cada vez están más presentes en el mundo de la bici, ya que sus avances en controladores y en baterías se puede encontrar gran variedad de bicicletas eléctricas que posean todas las características que los usuarios necesitan. En la actualidad, la mayor parte de las bicicletas eléctricas poseen motores internos que van en la maza delantera o trasera de la bici.

 Algunas usan un motor externo desde donde transmiten la potencia utilizando una cadena. Cada motor tiene una potencia distinta que puede ir desde los 200W hasta los 700W, si se tiene en cuenta que en algunos países solo están permitidos motores de hasta 250W y con una velocidad máxima de 25km/h, por seguridad. Esto es una parte imprescindible de la bicicleta, ya que se encarga de activar y de regular el motor eléctrico.

Existen gran variedad de modelos y tipos de controladores, entre los cuales destacan el acelerador, que puede ser de giro o de botón, y el pedelec, que se encarga de monitorear el pedaleo del ciclista para asistir con el motor. Cualquiera de las dos opciones es buena, y los usuarios podrán usar su bicicleta de forma cómoda y sin tener que preocuparse por cuestiones como la contaminación o el manejo.

No obstante, como todo, las bicicletas eléctricas tienen sus ventajas y sus inconvenientes. A pesar de que tienen amplios beneficios, la realidad es que este tipo de bicis son algo más costosas de conducir que las bicis convencionales, además de que también son más caras y más pesadas.

Esto es debido a que su equipo tanto eléctrico como electrónico requiere de unos servicios especiales que hacen que incremente su precio, además de que puede ser más incómodo que comprarse una bicicleta normal que no requiera nada de esto y simplemente se pueda montar y disfrutar. Sin embargo, las bicicletas eléctricas facilitan el pedaleo en las subidas y en las cuestas muy empinadas, además de que tienen asistencia para aquellas personas que tienen problemas articulares o problemas respiratorios. Sin olvidar que, a pesar de que requieran sistemas especializados, son mucho más fáciles de pedalear.

Además de todas estas ventajas, las bicis eléctricas también tienen la capacidad de poder manejarlas con mucha más facilidad en lugares donde haya mucho viento. También es una alternativa ideal para todas aquellas personas que por cuestiones de salud no pueden utilizar una bicicleta convencional. E incluso es además un gran atractivo para aquellos que todavía no se han animado nunca a coger una bicicleta para utilizarla para entretenimiento, desconectar de la rutina o hacer ejercicio.

Y, por supuesto, no se puede olvidar que actualmente la movilidad está tan limitada que las bicicletas eléctricas son una opción perfecta para poder evitar la propagación de contagios. El transporte público es, a día de hoy, una forma muy fácil de poder contraer el virus, por lo que contar con una bicicleta eléctrica que permita desplazarse a cualquier lugar de forma sencilla y evitando el contacto con otras personas, es sin duda la mayor ventaja de todas en la época en la que estamos viviendo.

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